Escuela Colinas de Enciso

Español

Septiembre 2

1. Lee el siguiente texto


UN DIA DE ESTOS. GABRIEL GARCIA MARQUEZ

El lunes amaneció tibio y sin lluvia. Don Aurelio Escobar, dentista sin título y buen madrugador, abrió su gabinete a las seis. Sacó de la vidriera una dentadura postiza montada aún en el molde de yeso y puso sobre la mesa un puñado de instrumentos que ordenó de mayor a menor, como en una exposición. Llevaba una camisa a rayas, sin cuello, cerrada arriba con un botón dorado, y los pantalones sostenidos con cargadores elásticos. Era rígido, enjuto, con una mirada que raras veces correspondía a la situación, como la mirada de los sordos. 

Cuando tuvo las cosas dispuestas sobre la mesa rodó la fresa hacia el sillón de resortes y se sentó a pulir la dentadura postiza. Parecía no pensar en lo que hacía, pero trabajaba con obstinación, pedaleando en la fresa incluso cuando no se servía de ella. 

Después de la ocho hizo una pausa para mirar el cielo por la ventana y vio dos gallinazos pensativos que se secaban al sol en el caballete de la casa vecina. Siguió trabajando con la idea de que antes del almuerzo volvería a llover. La voz destemplada de su hijo de once años lo sacó de su abstracción. 

-  Papá. 

-  Qué 

-  Dice el alcalde que si le sacas una muela. 

-  Dile que no estoy aquí. 

Estaba puliendo un diente de oro. Lo retiró a la distancia del brazo y lo examinó con los ojos a medio cerrar. En la salita de espera volvió a gritar su hijo. 

-  Dice que sí estás porque te está oyendo. 

El dentista siguió examinando el diente. Sólo cuando lo puso en la mesa con los trabajos terminados, dijo: 

-  Mejor. 

Volvió a operar la fresa. De una cajita de cartón donde guardaba las cosas por hacer, sacó un puente de varias piezas y empezó a pulir el oro. 

-  Papá. 

-  Qué. 

Aún no había cambiado de expresión. 

-  Dice que si no le sacas la muela te pega un tiro. 

Sin apresurarse, con un movimiento extremadamente tranquilo, dejó de pedalear en la fresa, la retiró del sillón y abrió por completo la gaveta inferior de la mesa. Allí estaba el revólver. 

-  Bueno -dijo-. Dile que venga a pegármelo. 

Hizo girar el sillón hasta quedar de frente a la puerta, la mano apoyada en el borde de la gaveta. El alcalde apareció en el umbral. Se había afeitado la mejilla izquierda, pero en la otra, hinchada y dolorida, tenía una barba de cinco días. El dentista vio en sus ojos marchitos muchas noches de desesperación. Cerró la gaveta con la punta de los dedos y dijo suavemente: 

-  Siéntese. 

-  Buenos días -dijo el alcalde. 

-  Buenos -dijo el dentista. 

Mientras hervían los instrumentos, el alcalde apoyó el cráneo en el cabezal de la silla y se sintió mejor. Respiraba un olor glacial. Era un gabinete pobre: una vieja silla de madera, la fresa de pedal, y una vidriera con pomos de loza. Frente a la silla, una ventana con un cancel de tela hasta la altura de un hombre. Cuando sintió que el dentista se acercaba, el alcalde afirmó los talones y abrió la boca. 

Don Aurelio Escobar le movió la cabeza hacia la luz. Después de observar la muela dañada, ajustó la mandíbula con una presión cautelosa de los dedos. 

-  Tiene que ser sin anestesia -dijo. 

-  ¿Por qué? 

-  Porque tiene un absceso. 

El alcalde lo miró en los ojos. 

-  Está bien -dijo, y trató de sonreír. El dentista no le correspondió. Llevó a la mesa de trabajo la cacerola con los instrumentos hervidos y los sacó del agua con unas pinzas frías, todavía sin apresurarse. Después rodó la escupidera con la punta del zapato y fue a lavarse las manos en el aguamanil. Hizo todo sin mirar al alcalde. Pero el alcalde no lo perdió de vista. 

Era una cordal inferior. El dentista abrió las piernas y apretó la muela con el gatillo caliente. El alcalde se aferró a las barras de la silla, descargó toda su fuerza en los pies y sintió un vacío helado en los riñones, pero no soltó un suspiro. El dentista sólo movió la muñeca. Sin rencor, más bien con una marga ternura, dijo: 

-  Aquí nos paga veinte muertos, teniente. 

El alcalde sintió un crujido de huesos en la mandíbula y sus ojos se llenaron de lágrimas. Pero no suspiró hasta que no sintió salir la muela. Entonces la vio a través de las lágrimas. Le pareció tan extraña a su dolor, que no pudo entender la tortura de sus cinco noches anteriores. Inclinado sobre la escupidera, sudoroso, jadeante, se desabotonó la guerrera y buscó a tientas el pañuelo en el bolsillo del pantalón. El dentista le dio un trapo limpio. 

-  Séquese las lágrimas -dijo. 

El alcalde lo hizo. Estaba temblando. Mientras el dentista se lavaba las manos, vio el cielorraso desfondado y una telaraña polvorienta con huevos de araña e insectos muertos. El dentista regresó secándose. "Acuéstese --dijo-- y haga buches de agua de sal." El alcalde se puso de pie, se despidió con un displicente saludo militar, y se dirigió a la puerta estirando las piernas, sin abotonarse la guerrera. 

-  Me pasa la cuenta -dijo. 

-  ¿A usted o al municipio? 

El alcalde no lo miró. Cerró la puerta, y dijo, a través de la red metálica: 

Es la misma vaina. 


2. Responder en el cuaderno las siguientes preguntas.


El dentista

1.     ¿Cuál es la profesión de don Aurelio Escobar?

 

2.     ¿A qué hora abrió el dentista el gabinete?

 

3.     ¿Qué estaba haciendo don Aurelio esa madrugada?

 

4.     ¿Cómo estaba vestido esa mañana?

 

5.     ¿Qué estaba puliendo?

  

La llegada del alcalde

6.          ¿Qué lo distrajo?

 

7.          ¿Qué vino a decirle a su hijo?

 

8.          ¿De que manera reaccionó a lo que le dijo su hijo?

 

9.          ¿Cómo amenazó el alcalde al dentista?

 

 10.     ¿Qué tenía don Aurelio en la gaveta inferior de la mesa?

  

11.     ¿Parecía tener miedo el dentista?

 

12.     ¿Qué observó el dentista en los ojos del alcalde?

  

La extracción de la muela

 

13.     ¿Por qué no usó anestesia el dentista?

 

14.     ¿Cómo se preparó el dentista para la extracción?

 

15.     ¿Qué diente tenía que sacar el dentista?

 

16.     ¿Cómo trató el dentista al alcalde?

  

17.     ¿Cuánto tiempo había sufrido el alcalde con ese diente?

 

18.     ¿Cómo salió el alcalde de la operación?

 

19.     ¿Cuándo el alcalde pidió a don Aurelio que le pasara la cuenta, ¿qué le preguntó el dentista?

 

20.     ¿Cómo respondió el alcalde?


3. Busca el significado de las siguientes palabras o frases

 

Amanecer

 

Madrugador

 

El gabinete

 

El yeso

 

Un puñado

 

Rodar

 

Los cargadores elásticos

 

La fresa

 

Sentarse

 

Pulir

 

La dentadura postiza

 

El gallinazo

 

El alcalde

 

Una muela

 

El diente

 

Guardar

 

La pieza

 

Pegar un tiro

 

Apresurarse

 

Girar

 

La gaveta

 

El umbral

 

La mejilla

 

Hervir

 

Acercarse

 

El talón

 

La mandíbula

 

Absceso

 

Una cordal

 

Apretar

 

El gatillo

 

Un suspiro

 

Amarga

 

Un crujido

 

Un trapo

 

Un pañuelo

 

Una telaraña

 

Hacer buches

 

La cuenta

 

El cuento